jueves, 2 de octubre de 2008

Me llamo Rachel Corrie

por: Mario Vargas Llosa



Rachel nació en Olympia, un pueblo del Estado de Washington. (…) A comienzos del año 2003, [decidió ir] como voluntaria para… luchar pacíficamente a la Franja de Gaza contra la demolición, por el Ejército de Israel, de las casas de vecinos emparentados o relacionados con los palestinos acusados de terrorismo.


Rachel se inscribió en el Movimiento Internacional de Solidaridad, conformado sobre todo por jóvenes británicos, estadounidenses y canadienses, que, en los territorios ocupados, yéndose a vivir en las viviendas amenazadas, tratan de impedir -sin mucho éxito, ni qué decirlo - una acción moral y jurídicamente inaceptable, pues parte del supuesto de una culpa colectiva, de una población civil que debe ser castigada en su conjunto por los crímenes de individuos aislados.


Las cartas que Rachel escribe a padres y amigos desde Rafah, en el Sur de Gaza, revelan una progresiva toma de conciencia de una joven que descubre, compartiéndola, la miseria, el desamparo, el hambre y la sed de una humanidad sin esperanza, arrinconada en viviendas precarias, amenazada de balaceras, de redadas, de expulsión, donde la muerte inminente es la única certidumbre para niños y viejos. Rachel, aunque duerme en el suelo como las familias palestinas que la acogen, y se alimenta con las mismas magras raciones, se avergüenza de los cuidados y cariño que recibe, de lo privilegiada que sigue siendo pues en cualquier momento ella podrá marcharse y salir de esa asfixia, y, en cambio, ellos... Lo que más la aflige es la indiferencia, la inconsciencia de tantos millones de seres humanos, en el mundo entero, que no hacen nada, que ni quieren enterarse de la suerte ignominiosa de este pueblo en el que ella está ahora inmersa.


El domingo 16 de marzo de 2003, con siete compañeros del Movimiento Internacional de Solidaridad (…) Rachel se plantó ante un bulldozer del Ejército israelí que se disponía a derribar la casa de un médico palestino de Rafah. El bulldozer la arrolló (…). Murió en el taxi que la llevaba al hospital de Rafah. Tenía 23 años. En la última carta a su madre, Rachel Corrie le había escrito:


"Esto tiene que terminar. Tenemos que abandonar todo lo otro y dedicar nuestras vidas a conseguir que esto se termine. No creo que haya nada más urgente. Yo quiero poder bailar, tener amigos y enamorados, y dibujar historietas para mis compañeros. Pero, antes, quiero que esto se termine. Lo que siento se llama incredulidad y horror. Decepción. Me deprime pensar que esta es la realidad básica de nuestro mundo y que, de hecho, todos participamos en lo que ocurre. No fue esto lo que yo quería cuando me trajeron a esta vida. No es esto lo que esperaba la gente de aquí cuando vinieron al mundo. Este no es el mundo en que tú y mi papi querían que yo viviera cuando decidieron tenerme".

No hay comentarios: