jueves, 7 de agosto de 2008

Mi primera vez

Algunos de nuestros voluntarios nos contaron qué sintieron la primera vez que fueron a construir. Puedes compartir tu experiencia con nosotros en nuestro blog.

“Nunca había ido a Ventanilla. El primer día que fui a Ventanilla para una construcción, me sentí tan perdido y a la vez tan ignorante que me sentía un invasor más, pero no había llegado a quedarme, ni tampoco a pasear y tomar fotos, había ido a construir. De hecho todo era nuevo para mí. Caminar, respirar, sudar, comer y hablar en Ventanilla me parecía raro, era como si poco a poco la arena me iba absorbiendo y el calor atrapando, y ver en la forma como las familias vivían en condiciones de extrema pobreza y aislamiento social me hacía pensar si debería estar cansado de trabajar construyendo o de ver como algunas personas podían vivir así. Lo pensé mucho y lo sigo haciendo. Y seguiré trabajando para que dejen de vivir así.”

Carlos Lira Ruiz – Logística

“En mi primera construcción quedé impresionada por la alegría y el cambio que significaba la vivienda para Alejandra y David. Sentí que los jóvenes -éramos diecisiete- teníamos mucha fuerza para cambiar esta situación de pobreza. ¡Miré los cerros con otros ojos y vi que había mucho trabajo por delante y que debíamos que comenzar ya! Tuve un poco de temor por el gran reto del que nos estábamos haciendo cargo, pero ese temor se convirtió en fuerza y ganas... Es un gusto poder compartir esto con todos ustedes y con tantas familias.”

Camila Gastelumendi - Voluntariado


“A ver… mi primer encuentro con la gente del techo fue en el colegio San Agustín en enero 2007, en la cual no conocía a nadie, a diferencia de la mayoría que compartía grupos de amigo. Bueno, en un primer momento lo que me jaló a inscribirme además de la ayuda social fue la construcción en sí, amo construir, por eso decidí estudiar ing. civil pero me fui dando cuenta mientras conocía a las familias y a los demás voluntarios, que esto era más que martillar, serruchar o pelearse con la manguera tratando de sacar las burbujas, lo que me unía con esos voluntarios, quienes hace unas horas atrás eran unos completos desconocidos era nuestro deseo de cambiar las cosas, nuestra molestia ante la indiferencia, lo que teníamos y tenemos en común es que nos jode que haya gente que viva en las condiciones en las que se encuentran donde un ambiente de 2 x 2 era sala, comedor y dormitorio, y toda esa rabia por la injusticia que estamos presenciando. Jamás olvidaré lo emotivo de la primera inauguración con Don Erasmo: con los ojos llenos de lagrimas y todos abrazándolo, me dije a mí mismo que esto no quedaría acá, así como la casa fue un impulso para la familia de Don Erasmo para salir adelante, la misma casa fue para mí el primer paso para abrir los ojos, fue un nuevo despertar, me hizo reflexionar demasiado, me hizo amar a la familia a la que construí, a los voluntarios con los que estuve esa semana, me hizo enamorarme del Techo, me hizo darme cuenta que si los jóvenes nos unimos podemos lograr grandes cosas.”

Edgar Escalante – Construcción y Logística

“Mi primera construcción fue ¡¡bra...va...za!!, extrañaba muchas cosas de mi casa pero, también sentí que estaba en una semana sin preocupaciones, sin estrés, etc...(cosas que me ponen en apuros), solo estaba ahí, en Pamplona, con mucha gente con pilas, jugando en la noche, conversando, contándonos cosas muy particulares, y también experiencias con las familias a quienes construíamos.
Es que no solo es ir y construir, sino también compartir y aprender. El primer día fue matadaso (todos subiendo al cerro de barro con los paneles y tablas). Dije: ¡no voy a poder con esto! ¡Me duele todo! Pero luego de haber tenido relación con las familias, cambié completamente eso y al día siguiente volvía con más ganas.
Los niños. Ellos nos robaron el corazón, también sonrisas. Recuerdo mucho al charapa...jajaja. Él nos perseguía a todas las casas y ayudaba; él no era un beneficiado, pero quería ayudar. En pocas palabras pude pasar frío, antojitos, dolores de cuerpo y cansancio, pero la recompensa fue inmensamente satisfactoria, todos felices.”

Claudine Martinez - Formación

“Cuando llegué al punto de encuentro en el Santa María, no sabía cómo actuar porque al ser la primera construcción a la que estaba yendo, en otro país, con gente que acababa de conocer, generó tantos sentimientos encontrados que en verdad no sabía qué esperar. Luego del viaje, llegamos a Chincha a conocer el lugar donde construiríamos. Desde el principio, hubo un afecto especial por parte de la familia que nos recibió que me hizo recordar por qué estaba ahí. Y la razón básica por la cual me uní al Techo es porque es muy fácil querer que el mundo sea un lugar más justo, lo complicado es empezar y comprometerse en hacer algo para que eso suceda. El Techo no sólo ayuda a las familias a dormir y tener una casa sustancialmente mejor a la que habían vivido hasta ese entonces, sino que les da la oportunidad a los voluntarios a ser el empujón que a veces necesitan las personas de pocos recursos para saber que pueden superarse. No es una ayuda asistencialista sino se trata de un verdadero trabajo en equipo sin importar edades, círculos sociales ni otras barreras. Lo principal es compartir de cada uno un poco y guardarlo contigo mismo siempre. En verdad no sabía como íbamos a construir una casa entre 4 personas, pero cuando terminamos la satisfacción al ver la cara de felicidad de la familia pagó todo el esfuerzo y los temores del principio. La mejor sensación es saber que después de una casa para una familia, no podré detenerme ahí y esa experiencia fue el inicio para siempre buscar más familias que sepan que pueden contar con nosotros, los voluntarios, conmigo.”

Daniela Pardo – UTPMP Ecuador

“Cuando llegué al colegio de San Juan estaba solo. A mi alrededor solo habían rostros de semblante perdido al igual que el mío. En mi cabeza rondaba un pensamiento ¿por qué no me quede en mi casa? No estaba seguro de lo que íbamos a hacer ni cómo era el trabajo. Solo sabía que iba a pasar los siguientes 8 días con esas personas que para mí eran completos extraños. Lo único que puedo decir es que todos esos extraños se volvieron familia y el asentamiento donde trabajamos por 8 días se convirtió en nuestra casa. Recuerdo a la gente. Recuerdo a mi jefa de cuadrilla que me enseño a construir con dedicación y demasiada paciencia, recuerdo a la señora Juana, ¿y cómo no recordarla? ¡si hacía un Ají de gallina que ni cuento! Recuerdo a sus dos hijos que jugaban ansiosos alrededor de la casa esperando que la termináramos rápido.

El trabajo fue recontra arduo, más de lo que imaginé. Descargar, llevar los paneles, las parrillas, los pisos, las calaminas a las casas. Sin embargo, al final al ver la alegría de la familia, la sonrisa que se dibujaba en sus rostros, las lindas palabras que te decían, ese pequeño instante hacía que todo valiera el esfuerzo. Después de mi primera construcción me quedó un sentimiento de nostalgia inmenso. Extrañaba a las personas con las que había convivido por ese breve lapso de tiempo en dónde fueron mi familia. En mi memoria se mantienen todos esos recuerdos que nunca se podrán borrar.”


Gustavo Flores - Comunicaciones

"Agustina, Alejandro, Freddie y Andrés en Semana Santa de 2006.
Freddie nos tiraba piedras desde lo alto y Agustina no me miraba de frente.
Andrés se hizo la pichi dentro de la casa cuando terminamos la construcción.
Mi jefe de cuadrilla se fue casi todo el tiempo de la casa porque había un borracho en una casa aledaña y fue a dar una mano.
Una de las cuadrilleras no se comió los tallarines.
La última noche le dije a un grupo de desconocidos que me llegaba al pincho la pobreza.
En los tijerales le lloré porque Agustina sí agradeció la casa.
Antes de irme del AAHH lloré porque vi miles de casas, miles de Agustinas y miles de Freddies.
Esa fue mi primera construcción, tenía 23 años y ya conocía la realidad de mi país, pero no sabía lo mucho que podía hacer para cambiarla."



Elsie Ralston - Formación y Voluntariado

domingo, 3 de agosto de 2008

Entrevista a Gonzalo Talavera (completa)

Antes de su partida, aprovechamos para conversar con Gonzalo acerca de su experiencia en Techo, tanto en un nivel profesional como personal y de diferentes temas que conciernen al lugar donde trabajamos.

¿Cuáles crees que son los valores que todo voluntario de techo debería tener?
Más que un valor como tal lo que tiene que tener todo techero es ganas de terminar con la pobreza, pero ganas de verdad: el que a la gente le moleste que haya familias que viven en asentamientos humanos y que eso les de vueltas en la cabeza en algún momento del día. Ojalá durante todo el día, todo el mes. Pero creo que eso es lo fundamental, sin eso no funciona el Techo. Éste ha crecido en Perú y en Latinoamérica porque hay un montón de gente a la que sí le duele la situación que viven las personas en nuestro continente y eso es lo que hace avanzar todo el trabajo. No sé si es un valor, sería bonito que lo fuese, o algo parecido. Igual hay más temas como el de trabajo en equipo, de gente que está en las áreas y creo que un valor fundamental es el respeto por el trabajo del otro y entender que cada área tiene una función determinada y cada persona dentro de cada área también tiene una función determinada y que tenemos que confiar en que esta persona hace su mejor esfuerzo y está preparado por si salen las cosas bien y sino, se evaluará y se mejorará para la siguiente vez, pero todos debemos de suponer que el otro está haciendo su máximo esfuerzo y, además, el otro lo debería de estar haciendo, yo creo que es lo que pasa casi siempre. Esto se manifiesta también en las construcciones, por ejemplo, si a mí me toca ser jefe de cuadrilla tengo que cumplir mi rol y si no estoy de acuerdo con lo que dice el jefe de escuela, me lo guardo porque en el fondo la última decisión es de él y él es el encargado de tomar ciertas decisiones y uno debe de seguir lo que él te dice. Igual pasa con todas las otras funciones, hay funciones bien especializadas que tenemos que respetarlas. Creo que el trabajo en equipo es fundamental porque si creemos que la pobreza se va a terminar cuando trabajemos todos juntos, todas las familias en conjunto, toda la sociedad en conjunto, como equipo, primero debemos de ser capaces de tener un buen equipo, de poder trabajar en equipo. Aspiramos a formar el equipo más grande que ha habido en Perú para terminar con la pobreza, entonces debemos de empezar por tener un buen equipo nosotros.

¿Y sientes que lo tenemos?
Siento que lo tenemos, sí. Sin duda. Estoy seguro. Las cosas que se han ido logrando muestran que sí hay gente con las características que se necesitan y un montón de gente, no somos poquitos. Estoy seguro que el equipo está, solo que tenemos que ser más grandes.

Los voluntarios vienen con esta idea de combatir la pobreza, de construir casas. ¿Es eso suficiente o crees que necesitan más incentivos, que hay que seguir empujándolos?
Si, creo que debemos de impulsar la conciencia crítica al voluntario. Una vez que fuimos a construir vimos que había una serie de problemas en los asentamientos, vimos que podíamos hacer también muchas cosas para solucionar esos problemas y luego, a partir de ese momento, ya uno adquiere una responsabilidad en el tema. O sea, si hay cosas que puedo hacer por esto, lo que me corresponde, es trabajar por esto. Creo que se puede, hay gente para trabajar en este sentido pero igual es necesario que todas estas experiencias se vayan procesando y se vayan transformando no solamente en discusiones o pensamientos sino en cosas más concretas, pero estas cosas parten a partir de la discusión, a partir del cuestionamiento de nuestro trabajo en el Techo (principalmente) y de las cosas que van pasando en el país. Sin todo este trabajo, queda un poco vacío, nos vamos a quedar en la construcción, vamos a haber visto cosas y tal vez nos sería mucho más fácil mantenernos al margen. Todos los temas que vemos en los asentamientos tienen que ser cosas de conversación y discusión, sobretodo entre nosotros.

Entonces tú dices actuar, reflexionar y volver a actuar.

Si, sin duda.

Siempre me parece muy importante el tema de la coherencia, todavía no entiendo bien si hay un marco de ésta. ¿Qué haría que seamos más coherentes o no con lo que hacemos? ¿Cómo trabajar con eso?
Creo que hay varias dimensiones. Primero, dentro del techo, de la organización interna, la coherencia se ve en el trabajo serio, si a mi me molesta la pobreza y creo en la alternativa del Techo como medio para trabajar en ese sentido y me meto como voluntario y me comprometo en trabajar en el área de Asignación y eso implica ir todos los domingos, entonces tengo que ir todos los domingos. Yo voy a ser coherente si hago el trabajo con el que me estoy comprometiendo y si es que lo hago bien. Eso es como una primera dimensión interna. Hacia fuera, creo que pasa en todos lados, si entendemos que estudiar en la universidad nos da un conjunto de herramientas para nuestra vida en general, para más adelante luchar contra la pobreza, para la vida, también esas herramientas las podemos usar de la mejor manera para los objetivos que tenemos y eso no solamente está en estudiar un montón, que también debería de ser fundamental: que uno se preocupe por lo que está estudiando y se esfuerce al máximo para poder responder a la situación de las familias de la mejor manera posible, aprovechar toda esta etapa de formación y todo lo que hemos visto en el Techo, en las construcciones y en los asentamientos, tenerlo en la cabeza cuando tomamos cualquier decisión. Si voy a trabajar en las construcciones, si soy el voluntario más comprometido pero sigo pensando que las familias en situación de pobreza están ahí porque todos son flojos y me comporto así en mi vida entonces estoy siendo incoherente, no entendí lo que pasaba o no quise entender lo que pasaba o me relaciono diferente con las personas fuera del ámbito del techo y eso sería una incoherencia grave. Si estamos convencidos de ciertas cosas, tenemos que comportarnos en línea con eso y no solo ser buenos ciudadanos, sino ser coherentes en nuestras relaciones con otras personas, en nuestro trabajo, nuestra vida profesional. El Techo es casi como una gran clase de ética: esperamos que los que estamos en el Techo seamos socialmente responsables en nuestro trabajo, que nuestras familias estén formadas de una forma inclusiva, democrática, sin discriminación, en fin, miles de cosas. Con eso se proyecta dentro del trabajo en el techo, afuera, en la universidad, en tu familia, en todos lados.

¿Hablas desde experiencia personal?
Sí, de todas formas. De mal ejemplo, también. De cosas que dices, si hubiera estudiado más en la universidad probablemente ahora estaría mucho más preparado para hacer ciertas cosas, que podría aportar mucho más en mi trabajo en el Techo y sí, pude haber sido más coherente y haberme esforzado más, por poner un ejemplo, como algo que me pasó a mí que me he puesto a pensar después. Ahora creo que sí valoro mucho más esas cosas, mucho más la posibilidad de trabajo porque además en ese momento me di cuenta de que mi trabajo o el trabajo del voluntario en general es significativo, se pueden hacer cosas grandes, entonces si tengo ganas de estar preparado para hacer con este equipo cosas más grandes.

¿Inicialmente por qué decidiste unirte al techo? ¿Qué te llamó la atención? ¿La forma de trabajar? ¿Lo que se quería lograr? ¿Todo? ¿Había algo q no te convencía?

Yo entré cuando me dijeron que iba a haber una construcción y de repente me dijeron vamos para ver cómo es. Fui y resultó que era la primera reunión que había del equipo del techo, yo pensaba que ya existía. Y nada, fuimos a construir 3 casas y me gustó mucho la idea y cuando fui conversando del tema con otra gente y se fueron haciendo más claro los objetivos y la estrategia, de trabajo con voluntarios, el trabajar con las familias, tener trabajo permanente en asentamientos y todo eso vi que coincidía mucho con las cosas que yo pensaba, que yo creía y que además era un excelente paquete: era un paquete de cosas que yo creía que se podían trabajar por separado, nunca me imaginé que en el techo iba a poder encontrar una intervención que cerrara tan bien por todos lados, que abarcara tantos temas con tanta efectividad y eso fue creo lo que me convenció más. Y ahora creo que es la alternativa que hay de trabajo contra la pobreza, de trabajo serio, de largo plazo, largísimo plazo probablemente, pero es lo más serio. Lo menos asistencialista que hay de todo el trabajo del techo es que trabajamos preparando ciudadanos más concientes, los voluntarios, las familias de los asentamientos. En el futuro si el trabajo del techo se masifica se van a generar cambios grandes e importantes y eso es lo que me entusiasmó: la posibilidad de un cambio de verdad. Sí, hay que esperar y trabajar un montón de tiempo, pero más que esperar, hay que trabajar. En total el modelo es el correcto, el modelo de trabajo me gusta, la estrategia.

¿Cuando te metiste, te imaginaste que años después, o sea ahora, íbamos a ser lo que somos o te imaginas que íbamos a ser un poco más o un poco menos?
Yo pensaba que iba a ser un poco más chico, no pensé que iba a ser tan grande como ahora e igual es insuficientemente grande. Construimos un montón, muy seguido, trabajamos en varios asentamientos, en dos departamentos del Perú pero igual Lima es una ciudad de casi 10 millones de habitantes y no tenemos ni 1000 voluntarios para cada construcción y deberíamos tenerlos, en una ciudad tan grande, deberíamos tener demasiados voluntarios, demasiada gente ansiosa por terminar con la pobreza y todavía no los tenemos. No estamos trabajando en los departamentos más pobres aun. En fin, queda demasiado trabajo por hacer y creo que en estos 2 años avanzamos rápido pero no tan rápido, deberíamos avanzar más rápido aun y vemos ahora que podemos hacer cosas gigantes con esfuerzo y si nos esforzamos más podemos hacer cosas más grandes todavía.

¿Y cómo captar a todos esos jóvenes que todavía no ven, no quieren ver o no salen de su burbuja totalmente? ¿Qué podemos hacer para llamar su atención, para que vengan a construir con nosotros?
No sé bien. Creo que una de las cosas de ser coherente en nuestra relación con todas estas personas a las que no les interesa el tema. Lo otro es tener a toda la gente que está en el techo ahora pensando como poder hacerlo. Yo no tengo la respuesta ahora. Lo que sí sé es que tiene que pasar de todas maneras. Tenemos que convencer a la gente que el trabajo vale la pena y que no es porque sea bonito sino porque el mundo, la situación de pobreza de las familias nos lo exige y no sé, creo que es uno de los problemas más grandes del techo en general: cómo cambiar la forma de pensar de toda una sociedad y es difícil porque estás constantemente sometido a un estilo de vida, a una forma de relaciones entre personas que van muchas veces en contra de lo que el techo busca, entonces es bien antisistema, bien rebelde tratar de llevar a los jóvenes a conocer lo que pasa en los asentamientos y cuando lo logremos masificar, van a haber cambios sociales profundos.

Hace poco fue la construcción de escolares y ellos estaban muy afectados porque nunca habían visto algo así y varios han dicho que planean volver a construir. ¿Qué opinas acerca de la construcción de escolares que se acaba de hacer y de las próximas?
Mostro. Creo que el colegio es un gran espacio en el que podemos trabajar porque mientras más joven eres, es mas fácil trabajar ciertos temas y hacer que la gente se de cuenta de ciertas cosas. Los adultos ya tienen otras preocupaciones, están en otros rollos, entonces llevarlos a construir y enseñarles lo que pasa en un asentamiento realmente no tiene mucho sentido. Con los colegios sí, tú los puedes llevar a una construcción, que vean cómo son las cosas, nosotros tratar de cuestionarlos un poco para tratar que ellos mismos se pongan a pensar en el tema y creo que funciona. De hecho estos chicos que fueron a construir van a estar el próximo año en la universidad entonces ya entran a la universidad con una experiencia previa de la situación de pobreza. A mí me hubiese encantado poder haber visto algo como el Techo mucho antes y creo que hubiera podido proyectar mi carrera distinto, que era lo que te decía hace un rato, y nada, estos chicos tienen la posibilidad de pensar eso desde ahora, entonces es más bacán creo.

¿Cómo crees que techo te ha ayudado a crecer personalmente?
Demasiado, demasiado. Demasiadas cosas. Hay miles de cosas. Mi trabajo particular en el techo, me obligaba a hacer muchas cosas. Personalmente como jefe de un grupo de gente que es una experiencia que uno normalmente no tiene de joven, cuando recién empieza a trabajar y que tiene un montón de cosas muy interesantes. Segundo, ser vocero. No me gusta mucho, no me gusta nada tener que estar hablando en público y saliendo en la TV y esas cosas pero lo tenía que hacer y ya no me molesta tanto. Es mas, creo que lo hago aceptablemente bien. Pero no sé, el trabajo del techo es tan amplio que aprendes cosas desde un principio, desde la relación con empresas, de temas comerciales también, trabajar con proveedores, tener construcciones todos los meses, hay un flujo de transacciones y actividad comercial grande en el techo, del trabajo comunitario aprendes demasiado, de cómo son las familias de los asentamientos aprendes muchísimo. Trabajar en un asentamiento te permite ver cómo funcionan diferentes programas o sectores del estado y qué cosas funcionan y cuáles no, en qué tenemos más dificultades para desarrollarnos como país. Demasiadas cosas. Creo que la naturaleza de las cosas que se hacen en el techo es tan amplia que aprendes mucho de muchas.

¿Crees que eso es solo en Perú o en todos los Techos?
No, en todos lados. Estoy seguro. Cada uno en su propio país. Cada uno debe de tener sus particularidades pero el fondo es el mismo: hay familias en situación de pobreza y una gran cantidad de la población a la que no le importa mucho, entonces el objetivo es el mismo y es nuestra responsabilidad también como voluntarios ver cómo funcionan las cosas en nuestro país, ver qué está pasando para cambiarlo. Entonces, ellos también sin duda aprenden demasiado de su trabajo en el techo.

Claro. En Chile ya están construyendo las viviendas definitvas. ¿Tú crees que un nuevo voluntario que entra a construir en vivienda definitiva es igual que uno que entra a la etapa de vivienda mínima? ¿Viven lo mismo?
Lo que pasa es que las viviendas definitivas no las construyen voluntarios. Por la naturaleza de las obras, es muy complicado para que lo haga un voluntario normal, lo que hacen los voluntarios es participar en los diseños de los proyectos de vivienda y el trabajo es uno bien especializado entonces lo más probable es que lo que estén ahí sean ingenieros o arquitectos, urbanistas los que estén metidos en ese trabajo. Implica desarrollar un proyecto de vivienda con todos los servicios entonces tienen una estrategia técnica bastante alta. Entonces no hay muchos voluntarios que entren a la etapa de vivienda definitiva como primer contacto con el techo y de otras carreras, sino es gente que ya está metida en el tema pero si creo que puede pasar lo mismo. Igual implica ir al asentamiento, conocer a la familia, ver cuáles son sus expectativas acerca de sus viviendas definitivas, cómo están organizados como comunidad, cómo van a prepararse para tener la vivienda definitiva, o sea, acompañarlos en el proceso de todo, hasta quién va a vivir en el primer piso, quién en el segundo y quién en tal calle. Miles de cosas de trabajos en asentamientos que deben de ser tan enriquecedoras como la construcción.

Igual existe como dijiste el contacto con la familia.

Si, de hecho. Igual nosotros tenemos un montón de voluntarios que van a entrar al Techo por primera vez a través de Habilitación Social. Bacán. Es una entrada diferente pero igual, no te excluye tampoco de ir a construir, sino al contrario, te debería de motivar para ir a construir mucho más y creo que al final se cumplen igual los objetivos.

Hace poco fui a censar por primera vez y creo que hacerlo es muy importante porque la gente puede pasar un montón de tiempo sin construir y al censar te das cuenta de todo el proceso que involucra asignar a las familias, que en verdad es bien fuerte. Volviendo a las raíces, vuelves a los asentamientos, vuelves a las familias.
Claro, todo el mundo debería de ir a censar. Yo fui hace dos semanas también y nada, es increíble porque ves la situación de las familias de una manera distinta. Desde otra perspectiva. Tienes que venderles un poco el Techo, presentarles cómo es el proyecto, a ver si tienen interés en participar también y tener tú el problema de poner en la balanza la situación de diferentes familias y regresarte en la combi pensando “Pucha y éste, va a salir o no va a salir?” Y tener eso en la cabeza y discutirlo después es muy fuerte. Cuestionas cosas desde ¿quién soy yo para decidir? ¿Con qué autoridad voy a decidir si se le va a construir a esa familia o no? Se juegan muchas cosas. De las cosas más bonitas que me han pasado en el techo ha sido cuando estoy en una construcción y encuentro a una familia a la que yo censé y nada, es bonito porque te das cuenta de la necesidad de la familia en ese momento y luego los ves trabajando y todo y es una sensación muy bonita. Todo el mundo debería de ir a censar y pasar por el proceso de asignación sin duda, es básico para entender el trabajo del Techo. Nosotros mismos estar metidos en uno de los problemas principales que hay que priorizar: con qué familias vamos a trabajar.

¿Quieres dirigir unas palabras al equipo?
Nada. Que revisen el “Infórmate”, que está muy bueno, vi la edición anterior y me gustó un montón, creo que hay tenemos que ponernos a pensar en esas cosas y discutirlas y hablarlas y cuestionarlas entre nosotros y ver si lo que hacemos está bien y ver por qué hacemos lo que hacemos y porque pasan las cosas que pasan en nuestro país. Es parte de nuestro trabajo estar informados y estar pensando en esas cosas así que todos lean.

Si tuvieras que describir el techo en una palabra, ¿cuál sería?
TODO. El techo es todo.

¿Y a nuestro equipo?
El mejor. Son dos palabras, pero el mejor. El mejor equipo.

Cerrando Migraciones...

por: Nae Hanashiro




El mes pasado, comenzó el nuevo calendario de Formación, en el cual se presentó el tema de “Migraciones”. La semana pasada tuvimos una cháchara sobre las causas y los efectos de estas últimas, donde nos acompañaron Camila Gastelumendi (Coordinadora del área de Voluntariado) y Daniel Hanashiro (voluntario del área de Detección y Asignación) como panelistas. Aquí va una nota breve sobre el tema:

Las migraciones a Lima, se dieron en períodos distintos. Uno alrededor de la década del 20 y una segunda ola en la década del 50. Es de esta manera como Lima crece. El tema de la migración es bastante amplio, no obstante tenemos patrones marcados. Hay migraciones de sectores rurales a sectores urbanos, de provincias a la capital y de un país a otro. Ahora nos vamos a enfocar en las migraciones a Lima, específicamente.

¿Por qué se migra? De hecho, un factor determinante durante las décadas del 80 al 2000 fueron la lucha armada y el terrorismo. No obstante, este no va a ser el foco del artículo. Hay diferentes mitos sobre las causas de la migración. En la cháchara pasada se entró en una polémica en torno a este tema. Una posición argumentaba que muchas veces la gente que migra lo hace pensando en que en Lima va a conseguir el éxito y que va a vivir como lo hace la gente de clase media y media alta. Mientras la otra, planteaba que tal imaginario colectivo no existía y que las causas de las migraciones iban más allá de lo que sería una analogía del sueño americano.

Personalmente, me inclino más por la segunda posición. Principalmente porque si bien en muchos casos la gente que migra se establece en AAHH y vive en condiciones terribles; en muchos casos, las condiciones en las que vivían anteriormente, eran más duras (por no decir peores). Hace unas semanas estuve en un caserío en Pisco, pasando la zona de Humay. Era un centro poblado constituido por 20 o 30 familias. El agua que tenían era del río, no había agua potable, no tenían luz ni desagüe. Además, la posta médica más cercana quedaba a media hora en taxi, y los taxis también se encontraban a media hora en carro desde donde estábamos.

Frente a este panorama, podemos concluir que, al menos en la mayoría de casos, las migraciones se dan porque el Perú es un país centralizado, en el cual, las condiciones de vida en zonas rurales llegan a ser más que precarias. Las personas que migran, en estos casos, buscan mejorar la situación en la que viven, buscan acceder a una educación mejor de la que pueden encontrar en el campo (donde la mayoría de colegios son unidocentes y pueden haber niños de 1er a 6to grado aprendiendo en una misma clase), buscan poder acceder a un servicio de salud básico, acceso a agua potable, a luz eléctrica, etc.

Las circunstancias en las que viven las personas en Asentamientos Humanos no son buenas, para nada, distan de estar dentro de lo aceptable. No obstante, el caserío que visité en Pisco era ya infrahumano. Recordando que estamos hablando de una provincia de Ica, uno de los cinco departamentos más desarrollados del Perú.

El impacto que ha dado la inmensa cantidad de migraciones a Lima es notorio: asentamientos humanos han crecido (y lo continúan haciendo), cada vez son más las personas que se enfrentan a una vida sin servicios básicos, la tasa de desempleos sube, los recursos ofrecidos no son suficientes para una población limeña que sigue aumentando y aquellos que se trasladaron a la capital con la esperanza de solucionar sus problemas, están, en la mayoría, lejos de poder hacerlo.